TENNESSEE FORO EDITORIAL
por Jan Snider
Se veía tan pequeña tomada de la mano callosa de su joven tío; solo cinco años de edad y entusiasmada por entrar al jardín. Pero mientras arrastraba sus pasos por los pisos pulidos del pasillo de la iglesia hacia nuestra clínica legal de inmigración, había procupación en sus grandes ojos marrones. Ella no sabía cuándo iba a ver a su papá de nuevo. El había sido parado y detenido por tener la luz trasera del carro rota, y en camino hacia la deportación por ser indocumentado. Su madre, una ciudadana de EE.UU., había abandonado a la familia hacía tiempo. Su padre iba a ser deportado y ella sería, muy probablemente, puesta bajo custodia estatal.
De repente, los pensamientos de zapatos y lápices de colores nuevos fueron reemplazados por miedo e incertidumbre. Estos son los mismos sentimientos que muchos de nuestros clientes en Justicia para Nuestros Vecinos en Tennessee enfrentan cada día. Cuando las fuerzas de Inmigración y Aduanas les dió a las fuerzas de la policía local el poder para actuar como agentes federales de inmigración, la comunidad empezó a sentirse perseguida.
Un acuerdo político conocido como 287 (g) los ha forzado a vivir en las sombras.
El Sheriff Daron Hall del Condado de Davidson, convenció a la ciudadanía de Nashville en 2007, que 287 (g) nos haría una comunidad más segura al colaborar en la deportación de "extranjeros ilegales criminales" traficantes de droga, ladrones, personas violentas. Pero, de la manera que se desarrolló, el 80 por ciento de aquellos procesados por deportación fueron arrestados por violaciones de menor importancia. Algo simple como pescar sin licencia o no haber usado la señal para doblar, de repente resultó en una deportación que dejó a las familias destrozadas.
Lo que había sido una política para protejer a nuestra ciudadanía de los más violentos criminales se ha convertido en un remedio casero para las leyes rotas de inmigración de nuestra nación.
Apenas el mes pasado, seis comunidades a través del país reconocieron el impacto desastroso de 287 (g) y revocaron sus acuerdos.
A pesar del momento de cambio, el liderazgo de Nashville anuló el debate sobre este asunto y votó a favor de continuar el programa.
Cuando formamos Justicia para Nuestros Vecinos en Tennessee hace casi dos años, nuestro mandato fue claro. Como una organización dirigida en su gran parte por voluntarios con sus raices en la Iglesia Metodista Unida, ofrecemos de forma gratuita servicios legales de inmigracion de alta calidad a los más pobres de los pobres.
Cuando hay un remedio, lo aplicamos, cuando no hay camino hacia la legalización lo explicamos, cuando hay injusticia, la exponemos.
Mientras que nuestras leyes de inmigración actuales son complicadas y no funcionales, el acuerdo 287 (g) catapulta a nuestro sistema legal hasta el punto de, actualmente, lastimar a las personas. Ninguna persona decente aprueba maltratar a los demás, pero para gente como yo, que ha tomado el nombre de "cristiana," hay una imperativa más fuerte.
En Mateo 25, Jesús dice a sus seguidores que el día que regrese, una de las preguntas que le preguntará es si hemos sido hospitalarios con "el extranjero”, que se traduce como "el inmigrante". Si hemos sido no bondadosos, inhumanos o no hóspitalario, incluso para los inmigrantes que creemos que se merecen por lo menos bondad, será como si se lo hubiesemos hecho a Jesus personalmente.
Escuchamos las historias de por qué estos inmigrantes han venido a vivir con nosotros.
Ellos a menudo han escapado la persecución y el abuso, o llegaron aquí como resultado del tráfico de seres humanos, o han huído de la pobreza paralizante. Estas situaciones no son en blanco y negro, sino que en muchos tonos de gris.
Una cosa está clara: la política de la 287 (g) se ha convertido en una versión perversa de su intención original.
Mientras que Nashville celebra otra vez otro año de ser nombrada "la ciudad más amistosa," nuestros hermanos y hermanas inmigrantes tiemblan de miedo de ser individualizados por una infracción menor que debería estar sujeta a una multa pero puede resultar en que su familia pueda ser separada.
Como cristiana y defensora de la justicia social, rezo para que ningún niño nunca más sufra el miedo y el dolor que he presenciado en los ojos de esa niña de cinco años. Rezo para que algún día nuestra comunidad afirme que mientras que debemos respetar la ley, también tenemos que defender los valores de la dignidad humana y el respeto por la integridad de la familia.
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Snider es Presidente de Justicia para Nuestros Vecinos en Tennessee, una organización sin fines de lucro que proporciona servicios legales de inmigración gratuitos, educación y abogacía.
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Derechos reservados (C) 2009 por el Tennessee Editorial Forum. 11/09
Una Comunidad Tiembla de Miedo
Posted by American Forum at 7:12 AMThis entry was posted on 7:12 AM and is filed under TENNESSEE FORO EDITORIAL . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.
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